Una devaluación oficial del 22% paraliza a cualquiera. La economía descontaba este escenario, que no fue progresivo sino brusco, pese a que el Banco Central dice que el tipo de cambio oficial de un dólar a $ 350 se sostendrá hasta las elecciones de octubre. Las tasas de interés subirán hasta un 118% para acompañar el ritmo inflacionario. El interrogante es si el ciudadano común, el pequeño empresario o el gran industrial querrán quedarse en pesos en una Argentina que no les garantiza siquiera el valor de su moneda.
El mercado entró en pánico. El triunfo de Javier Milei en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorios (PASO) llevó a una caída del 12% en los bonos soberanos argentinos. El dólar blue roza los $ 700 en Tucumán, mientras que en Buenos Aires abrió a $ 670. ¿Alguien se animará a desprenderse de sus dólares en medio de tanta tensión? Milei simboliza la dolarización de la economía, pero el país no está preparado para ese fenómeno.
"En economía no hay atajos. Hay que tener los mismos regímenes en todos los países para tener una moneda única, como pasa en la Unión Europea, y nosotros no tenemos el mismo régimen que los Estados Unidos. Con lo cual, más allá de que no hay reservas en el Banco Central, la dolarización no es el camino, pero sí un camino parecido al que tiene Uruguay o Perú, donde se puede crear un Banco Central independiente que no emite y donde conviven el peso y el dólar", afirmó días atrás el economista Martín Redrado.
Cerrar el Banco Central no es la solución a los grandes problemas de la Argentina.Tal vez la dolarización puede evitarse, pero las consecuencias de tantos desequilibrios macroeconómicos son caras para todos los argentinos. El traslado a precios es inevitable porque ninguna empresa está dispuesta a absorber el mayor costo de una devaluación.
Así, los interrogantes se sostendrán en la medida que el dólar libre siga en alza. Los corralones se resisten a vender hasta que el escenario se aclare. Le dicen a los clientes que pueden llevar lo que necesiten, pero tendrán que esperar la nueva lista de precios para abonar.
Los inquilinos sienten que están sentados sobre un volcán porque los propietarios de inmuebles se rigen más por las variaciones de la divisa estadounidense que los valores que impone el mercado. Aquellos que han adquirido un vehículo a través de un plan de ahorro deben seguir rezando para que las cuotas no se disparen más de lo que viene sucediendo hasta el momento.
Las presiones cambiarias continuarán en la medida que el economista libertario no exponga un plan económico real, que vaya mucho más allá del discurso duro y le diga a los argentinos, más que al mercado, qué quiere hacer con la economía. El ajuste al gasto político será inevitable, más allá de quien se imponga en las presidenciales del 22 de octubre.
Mientras tanto, el ciudadano de a pie tendrá que seguir cruzando los dedos o rezando para que haya otro milagro que le permita a la Argentina salir de este tsunami electoral y llegar, de la mejor manera posible, hasta la próxima crisis, porque las soluciones de fondo serán dramáticas.